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domingo, 23 de junio de 2013

Mis otros vecinos

Por las mañanas, al mediodía, por la tarde, la ventaja de vivir en un núcleo habitado te permite salir a la puerta de casa y encontrarte de vez en cuándo a alguien con quien charlar sin necesidad de teclear las palabras, ¡vaya lujo!
Sin embargo, al caer el día y esconderse la gran estrella, el sol, otros vecinos me saludan a la puerta de casa. Independientemente del mes del año en el que me encuentre, salir de casa al anochecer, es tener posibilidades de escuchar al cárabo (Strix aluco). Se trata de un búho forestal, que muy amenudo se mete a los núcleos habitados en busca de refugio para hacer su vida. Nosotros le damos cobijo en pajares abandonados o en viejas troncas, y ellos nos cazan todas las noches unos 6/8 ratones por pareja, ascendiendo eso cuándo tienen pollos a quizás a una docena de roedores por noche. Como no descansan ni sábados ni domingos, echo cálculos, y llego a la conclusión de que tener al cárabo en el pueblo, nos supone un consumo de alrededor de 3.000 ratones al año en el núcleo y los prados de los alrededores. ¿Qué mejor y más eficaz método de control se le ocurriría a nadie?
Pareja de hermanos en plena fase de crianza.

Salir por la puerta de casa, y escuchar un cárabo, es por lo tanto un lujo que tenemos en algunos pueblos, y que lo debemos de ver como tal. Estos días, tengo especial contacto con ellos porque han tenido 2 pollitos que han salido ya del nido, y que por la noche no paran de reclamar comida a los padres. Hoy al mediodía he ido a verlos, y parecían gozar de muy buena salud. Os dejo una foto de ellos entre las ramas, dónde cómo véis, no me quitan ojo.

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