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lunes, 12 de mayo de 2014

La del tasugu

El otro día me subí por la tarde a una cotera con la idea de hacer una espera vespertina, dormir, y luego hacer otra matinal. Todo llevaba su curso habitual. Veía, apuntaba: un corzo en aquel prau, 2 ciervas en aquella braña, 1 rebeco en aquellos roquedos, etc. De repente, un ruido entre la vegetación me alertaba. Un animal se movía a unos 50 metros míos, pero lo espeso del matorral no me permitía saber el qué. Esto es algo que ocurre a menudo, y parte de las veces, te quedas con la duda porque no llega a salir al claro. Este tenía pinta que si lo iba a hacer, porque el bosque al que tenía que salir, no era demasiado cerrado. ¿Sería un corzo? ¿Un jabalí? ¿Un zorro? ¿Un oso quizás? Ha habido veces en las que parecía tan claro que el animal tenía que salir a dónde yo estaba, y era tan cerrado todo, que la situación prometía un encontronazo de morros con quien fuese. En esas ocasiones, en las que no sabes si lo que te viene es un zorrito o si es un osote, lo más cauto es evitar la violencia del encuentro. Una de las maneras es subirte a alguna rama cercana de algún árbol. No es lo mismo encontrarte con el "piesplanos" cara a cara, que estar tú un poco más alto, aunque sean dos ó tres metros. Por supuesto que si subes tú, puede subir él, pero no es su intención, y lo único que se evita con esto es lo que digo, el encuentro cercano cara a cara.
Bueno, el caso es que en esta circunstancia no procedía, porque fuera lo que fuera, lo iba a ver cuándo lo tuviera a 30 metros de distancia, de tal manera, que no había cabida para sustos. Por fin, salió de la maraña, y aunque con muy poca luz, pude fotografiarle. Un precioso tejón Meles meles comenzaba una noche de campeo sin saber que un "dospatas" le observaba. Fotos con mucho movimiento, mucho ruido, pero que expresan y os acercan de sobra la emoción de tan escurridizo momento, el de un tasugo de día.

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