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martes, 5 de abril de 2016

¡Soy yo el árbol y le apiñeo!

Una pena. Que un pueblo con un entorno tan bonito deje en uno ese recuerdo, es una pena. Como quien pinta una obra de arte y justo antes de exponerlo le mete un brochazo. Como quien guisa un plato excelente y a última hora le echa medio kilo de sal. Como tener un deportivo y ponerle ruedas de furgoneta. Aberrante para un pueblo que goza de un entorno culpable de casi todas sus visitas. Visitas que lo último que quieren encontrarse en su agradable paseo es un detalle así. No sé quien sería el autor de la ejecución de esta idea. Si lo que pretendía era llamar la atención con la originalidad de un grifo que sale de un árbol, no lo ha conseguido porque la atención se la lleva de pleno la crueldad con la que ha atravesado el tronco con la tubería. Quiero pensar que cada vez es más raro encontrar a artistas de esta escuela, y que todos aprendemos de estos errores.

Animo a este pueblo a que cuide estos detalles si aspira a más, porque lo tiene fácil.

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