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lunes, 21 de noviembre de 2016

Querido cuervo

Impactan los primeros rayos de sol en los abismos de Peña Jurada, y el cielo, se abre en dos sobre la Sierra de San Pedro a su paso. Resuena en los canchos el graznido de un cuervo. Es el, parece que ha sido el serrano más madrugador. Algo nuevo en el paisaje ha llamado su atención. El cuerpo de un cuadrúpedo, yace inerte en el descampado. Y es así, como llama a sus amigos. Estos, raudos, acuden sin dilación. Ahora mismo, no hay nada más interesante que hacer en la sierra que rodear al cuerpo del crimen para ver lo que ocurre. Parecen pensar cada uno desde su percha...-"¿Estará realmente muerto? ¿Será una siesta larga? ¿Acaso una trampa?"- Cinco metros es una distancia segura para pasar observando el primer cuarto de hora. Después, sin aparente prisa, el más nervioso se arma de valor y se aventura a andar con una chulería cargada, eso sí, de cautela. Y como si una cerca eléctrica rodeara al plato, cuando le queda sólo medio metro para llegar a él, pega el gran salto para alejarse. Se lo piensa 10 segundos, y vuelve a acercarse. Cuando llega otra vez a la barrera psicológica de seguridad, el medio metro, nuevo salto de huida. Así por 8 veces hasta que a la novena, el cuervo se atreve a estirar su cuello para que su pico llegue a tocar, tan sólo tocar, el cadáver. El resto, cargados de envidia por la valentía de su aguerrido colega, no pierden ojo a la interesante escena. Hay que observar muy bien lo que hace y lo que le pasa. Si su comportamiento fuese inadecuado, la vida les puede aportar hoy una valiosa enseñanza.

El ser alado probablemente más inteligente, no es querido en el mundo humano. ¿Por qué así? Deberíamos sentir una admiración por ellos fuera de lugar, y sin embargo, no es así. La causa: el desconimiento. ¿qué sabemos de un ser que vemos negro, pero que en realidad con sus irisaciones puede crear todos los colores del mundo?: nada. Muchas veces, el odio es cultural. Es decir, la gente no sabe por qué le odia, pero como se lo transmitieron en casa, no hace falta más motivo. Otras veces es porque ha comido una pera, granos de maíz, etc. Odiado por comer lo que la naturaleza le dicta. Así es la justicia humana. Incluso entre los amantes de la naturaleza, los que tienen a los córvidos por favoritos son los raros. Sólo unos pocos tienen una capacidad de observación especial que rompa el umbral necesario, para conseguir que la belleza y el hacer de un cuervo les atrape. Y como aquí dicta la mayoría, pues tenemos lo que tenemos.
Querido Cuervo, si te sirve de consuelo, me has alegrado el amanecer. ¿Sabes cuántos millones de personas no van a lograr eso en toda su vida?

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